Revista cultural de la Biblioteca del IES Arjé



jueves, 31 de enero de 2013

Si encubriera más lo humano

Aquel irónico diagnóstico de Cervantes considerando a La Celestina "obra a mi parecer divina, si encubriera más lo humano", ha acabado convirtiéndose en una de las más terribles plagas que han azotado la literatura -y, en especial, la novela- escrita en nuestro idioma. Y es el caso que en nombre del "duende", la magia, los artificios de ingenio, la técnica, la belleza o la trascendencia y el "más allá", la novela española ha ido, desgraciadamente, abandonando "lo humano", la realidad de las miserias de este maltrecho "más acá" donde moramos. Y es que parece que, en nuestro país, hablar de "lo real" parece estar definitivamente prohibido, porque acaso diseccionar la realidad con bisturí aviente el mal olor de nuestros muchos cadáveres exquisitos. Aquí lo real se oculta contraviniendo, paradójicamente, la propia genética de nuestra literatura (Mio Cid, La Celestina, Lazarillo, don Quijote), en beneficio de una novela pretendidamente artística que, en verdad, acaba resultando artrítica, pues rehuye con cobardía la descripción cruda de la difícil odisea de vivir. Y una novela por encima de la muchedumbre no merece el nombre de novela.
Lo triste es que los pocos autores que han intentado por estos lares profundizar por debajo de la piel de toro buscando la basura bajo la alfombra, han sido castigados con la penosa losa del olvido. Qué fue si no de Felipe Trigo, novelísta mayúsculo, autor de precisos diagnósticos de la corrupción hispánica como El médico rural o Jarrapellejos. En su época sus libros se vendían como rosquillas pues eran como un espejo de la podredumbre de una sociedad que no ha cambiado nada en 100 años y, sin embargo, los corifeos de lo artístico se han ocupado de condenarlo como "autor menor" o "pornográfico". ¿No será la realidad la que es pertinazmente pornográfica?¿Qué de José Díaz Fernández, que en El Blocao muestra con crudeza los sinsentidos de la guerra? ¿Qué de César Muñoz Arconada, que en La Turbina desmonta todos los falsos mitos del progreso `made in spain´? ¿Qué de Max Aub, cuya Gallina Ciega es como una radiografía de los males de la nación? ¿de Arturo Barea, que en La forja de un rebelde, resume la historia de la España contemporánea sin maniqueísmos ni pamplinas? ¿dónde están en los libros de texto? Si la realidad hiede, lo que hay que hacer es diagnosticarla y tratarla en lugar de proscribir los libros de quienes nos la cuentan. Porque en la Posguerra ocurrió idem de lo mismo, y los Alfonso Grosso, López Pacheco, Antonio Ferres o Armando López Salinas fueron condenados como "novelistas de la berza", para acabar como outsiders, en el limbo, fuera de la historia literaria que, en nuestro país, ha acabado siendo patrimonio de los que creen que la literatura no debe ensuciarse y que debe flotar por encima de las cosas de este mundo, como un bécqueriano cendal flotante de leve bruma. Aquí la basura se deja debajo de la alfombra; mejor no asomarse al pozo. Así que seguimos leyendo a Unamunos, Azorines, Celas, o Juanes Benet. Y en ellos ¿Ah de la vida? Nadie me responde.
En la actualidad, el drama aún continúa. Hablar de la realidad de las relaciones laborales, de la explotación, de la corrupción política y empresarial, del falseamineto de la historia, de la aniquilación del "espíritu colectivo", o del definitivo desplome de la utopía es sistemáticamente condenado como pseudo-literatura, porque la literatura de verdad no se moja. Y es por ello que Rafael Chirbes (La larga marcha, Crematorio), Belén Gopegui (Lo real, El padre de Blancanieves) o Isaac Rosa (El vano ayer, La mano invisible) no estarán nunca en el canon. No interesan. Y así nos va.
  

lunes, 21 de enero de 2013

Ecuación cultural Nº2. La acróstica

La segunda de las ecuaciones culturales de la temporada pretende desvelar la personalidad del orondo novelista de la foto. Como siempre debes responder minuciosamente a todo el entramado de preguntas intermedias.

El mundo sumergido de hoy es el de uno de los más potentes autores de literatura de aventuras que haya existido jamás. Un autor tal vez demasiado prolífico (se dice que tenía equipos de trabajo que componían muchas de las novelas que él firmaba), y padre de algunas criaturas literarias que tal vez conozcas. 
Hoy rizamos el rizo. Para descubrir el apellido del autor que hoy buscamos tendrás que componerlo con las iniciales de los cinco conceptos siguientes:
1. Ciudad del norte de Europa en la que nació el seductor filósofo al que se considera padre del existencialismo.
2. Criatura mitológica sobre la que escribieron el aristocrático novelista argentino autor de Bomarzo, y el historiador español ganador del Premio Planeta en 1987.
3. Escritora británica, fundadora del feminismo, casada con el filósofo inspirador del anarquismo, suegra de un importante poeta romántico y madre de la novelista que relató la terrible historia de Frankenstein.
4. Nombre del venenoso reptil que acabó con la vida del personaje histórico que sedujo a Julio César y a Marco Antonio y ha sido encarnado en el cine por Elisabeth Taylor y Monica Bellucci.
5. Denominación que se da a un hallazgo afortunada que se produce cuando uno está buscando realmente otra cosa. En realidad el término fue acuñado en uno de sus cuentos por el autor de El castillo de Otranto, y sirve de título a una película de 2001 protagonizada por John Cusack.