Revista cultural de la Biblioteca del IES Arjé



domingo, 24 de marzo de 2013

El Diablo Mundo, de José de Espronceda



Sobre una mesa de pintado pino
melancólica luz lanza un quinqué,
y un cuarto ni lujoso ni mezquino
a su reflejo pálido se ve.


De esta manera comienza la más extraordinaria de las obras inacabadas que ha dado nuestro idioma, la más ácida de las versiones del Fausto de Goethe, y un experimento literario prodigioso. Novela en verso a la manera de Pushkin, y con toda la ironía y la mala leche de un romántico en sus últimos días, El Diablo Mundo representa, a la vez, la ansiedad perpetua por estrenar el mundo que engalanaba a los románticos, con la aguda y cínica decepción de los posmodernos. Y además Espronceda, que era un poeta mayúsculo, supo edificar esta indiscutible obra maestra con un sentido del humor políticamente incorrecto, que te asalta despiadado a la vuelta de un endecasílabo, inaugurando la poesía española contemporánea:

«¡Cuán fugaces los años,
¡ay!, se deslizan, Póstumo!», gritaba
el lírico latino, que sentía
cómo el tiempo cruel le envejecía,
y el ánimo y las fuerzas le robaba.
Y es triste a la verdad ver cómo huyen
para siempre las horas, y con ellas
las dulces esperanzas que destruyen
sin escuchar jamás nuestras querellas.
¡Fatalidad! ¡Fatalidad impía!
Pasa la juventud, la vejez viene,
¡y nuestro pie que nunca se detiene
recto camina hacia la tumba fría!
Así yo meditaba
en tanto me afeitaba
esta mañana mismo, lamentando
como mi negra cabellera riza,
seca ya como cálida ceniza,
iba por varias partes blanqueando;(...)

¡Malditos treinta años,
funesta edad de amargos desengaños!


El Diablo Mundo, al que la muerte de Espronceda dejó sólo en siete capítulos o cantos pasa fácil de la turbiedad gótica al frío racionalismo de Voltaire, y se lee como un cuento inmoral, sin almíbar, una andanada preventiva a los Jorge Bucays antes de que se inventaran. Un puñetazo en la jeta. Es la fría lección de un rebelde en horas bajas, un mapa que nos disuade de cualquier búsqueda de tesoros o, si queremos, la caligrafía amarga del que ha descubierto toda la podredumbre del mundo. Así, la historia de quien vende su alma al diablo para vivir eternamente y acaba descubriendo luego lo absurdo de esa aspiración tan castroja es pura poesía del delirio, el garabato de un loco. Cuando Adán va descubriendo las mil miserias de la existencia y la imposibilidad de ser feliz en un mundo diseñado para que estemos siempre insatisfechos es imposible no ver ya, anticipados, en los versos de Espronceda, no sólo a Cernuda (que era, a su manera, un romántico) o a Costafreda sino también a Sartre, o a Albert Camus. El héroe de El Diablo Mundo fue, en realidad, el primer extranjero. Y además tiene el "Canto a Teresa", hermosa balada en medio de un disco definitivamente más heavy. Ocurre, no obstante, que como todo lo romántico ha sido tan banalizado, Espronceda por serlo ha ido a parar al mismo saco, y rara vez se le reconoce la estatura poética que tiene. Sólo "A Jarifa en una orgía" ya le hubiera valido la gloria de ser este un país más serio. Ah, pero aquí sólo llamamos por su nombre a la copla. 

viernes, 15 de marzo de 2013

King Crimson o la esquizofrenia del S.XXI

Pues sí, fieles amigos de la sección musical de la Torre, el nivel de creatividad de los años 60 era tanto que un disco como In the court of the Crimson King, un monumento sonoro imprescindible en la historia de la música del S.XX, y cuya portada tienes a la izquierda, pasó casi inadvertido. Claro, corría 1969. Y 1969 era mucho 1969: Beatles, Stones, Kinks, Small Faces, Velvet Underground, Led Zeppelin, ¡Jimi Hendrix!.... El album, por si fuera poco, era de los raros: prolongadas piezas de casi diez minutos, construidas a modo de suites orquestales donde el rock duro, la psicodelia, la música de cámara y la experimentación se daban la mano. El grupo lo componían una serie de músicos desconocidos (de los cuales sólo Robert Fripp, elguitarrista, llegó a hacer carrera) y para colomo de extrañezas atribuía la "iluminación" de la banda a un tal Peter Sinfield, un oscuro poeta neo-surrealista que firmaba las letras como, ciertamente, un iluminado, traspasado de visiones oníricas y de ácido. El resultado de aquella propuesta era demoledor; un disco agresivo y tierno a partes iguales con versos que han pasado, con justicia, a la historia: "la confusión será mi epitafio", o "soy la esquizofrenia del S.XXI", reinvención al más puro estilo Verlaine de "soy el imperio en el fin de la decadencia".



Las proezas de la banda continuaron todavía algunos años, con obras como Islands, In the wake of poseidon, Lark´s tongues in aspic o Starless and bible black, cuyo único nexo en común es la presencia de Fripp y la bandera de la libertad. Complejas tramas sonoras, que alternan afiladas guitarras eléctricas concuartetos de cuerda,  y hasta samplers con sopranos, junto con la rara poesía de Sinfield dan a estas obras una cualidad trascendente, una belleza quebradiza y un nivel sonoro ciertamente altísimo.




King Crimson fueron, en verdad, pioneros en la utilización para el rock de instrumentos raros, como el melotron, y muy poco rockeros, como el cello o la flauta, además de ser, decididamente, el único grupo que ha sabido sacar belleza de ese engendro llamado sintetizador. Su innovador trabajo con los bajos, su uso de saxos e instrumentos de música clásica junto con los electrónicos, el sabio uso de los silencios o las tramas sonoras superpuestas, dan a las composiciones del grupo una textura muy particular. No se parecen a nadie. Son ellos. Demoliendo las convenciones musicales para alumbrar nuevos mundos sonoros: la utopía de un S.XXI mucho menos libre de lo que ellos imaginaron.
Los Crimson, aunque nunca fueron un grupo de masas, han acabado ocupando su lugar en las enciclopedias como representantes del Rock Progresivo, etiqueta que, en realidad dice bastante poco para un grupo que, durante cinco o seis años, mantuvo una riqueza musical y un nivel de experimentación dignos de Stravinsky o Coltrane.
A finales de los 70, y sobre todo en los 80, todo en la música cambió para nunca volver. Se impusieron las radio-fórmulas comerciales y las modas, y el rey carmesí, o al menos lo que había simbolizado, dejó de existir en espíritu, aunque aún anduvieran sacando discos hasta tiermpos recientes. Como buen movimiento de vanguardia, el "crimsonismo"  fue demoledor y efímero. Fripp ha continuado con proyectos experimentales (incluido un memorable concierto en Granada, hace cinco años), y Sinfield desapareció tan misteriosamente como había aparecido, dejando un puñado de versos que sin duda mejoraron el mundo.




miércoles, 6 de marzo de 2013

Ecuación cultural Nº4. La de las musas


Y bien, amigos de la Torre, vamos con la 4ª de la Temporada, llena de cine, música y literaura. ¡Cosas por las que merece la pena vivir!

Hoy buscamos un libro. Su autor nació el mismo año en que moría el "padre" de Huckelberry Finn y algo más al sur, pero en el mismo continente, se iniciaba una ilusionante Revolución, que, entre otras cosas, inspiró una magnífica novela de Mariano Azuela y una mítica película protagonizada por el actor que interpretó a Don Vito Corleone y a Stanley Kowalski. El año en que se publicó el libro que buscamos tuvo un verano muy triste para nuestro país, y el más famoso de los poetas en Nueva York padeció en agosto las consecuencias. El autor de este libro también vivió esos acontecimientos, que influyeron mucho en su muerte, que se produjo el mismo año en que nacía en Santiago de Chile una escritora muy interesada en las casas y en los espíritus. Al verano de ese año le dedicó Robert Mulligan una hermosa película. El título del libro que buscamos tiene cierta relación con el más famoso invento de un "manoseado" político e inventor nacido en Boston el mismo año en que moría el autor del más famoso "canon" musical de todos los tiempos. ¿De qué diablos hablamos hoy?