Revista cultural de la Biblioteca del IES Arjé



viernes, 25 de marzo de 2011

Los Miserables

Novelones novelones hay muchos. Pero ninguno ostenta su categoría de "novelón" con la dignidad y la fuerza de Los Miserables, la obra maestra de Victor Hugo, el más grande gigante de la literatura francesa (con permiso de Balzac), y figura mayúscula de la literatura universal. Que nos perdonen los Tolstoi, Dostoyevsky, Galdós, Dickens, Manzoni o Jane Austen, pero Los Miserables no hay más que una.
No es ya sólo que esta obra inmortal haya dado lugar a gloriosos musicales o a mediocres adaptaciones cinematográficas (a pesar de Deppardieu), es que Los Miserables es la novela más completa que hayan visto los siglos pasados y podrán ver los venideros. Para empezar, más que novela es épica: la apoteosis del individuo frente a un mundo hostil y descaradamente egoista, pero es muchas más cosas. Es novela social contra la injusticia (ese pobre Jean Valjean condenado a prisión por haber robado un pan para comer); es melodrama (la trágica historia de la hermosa Fantina -¡Fantina, qué mujer!- vendiendo sus dientes para esquivar la miseria); es novela de misterio (la infatigable personalidad, tan imitada, del comisario Javert); es novela romántica (la hermosa historia de amor entre Mario de Ponmercy y la desvalida y huérfana Cossette); es novela histórica (de Waterloo a La Comuna: la historia moderna de Francia está ahí); es novela psicológica (las tribulaciones mentales de Valjean al ver condenado a un inocente por los delitos que él había cometido) y, por momentos, casi un "thriller" (esa dramática huida de Ponmercy, a hombros del ya viejo pero fuerte Valjean por el alcantarillado parisino). Es, en fin, novela política y novela poética. Hay tantas novelas dentro de Los Miserables...
Vale. Es gorda (unas 1200 páginas) y algo antigua (1862), pero quién dijo miedo. Es novela que ilumina una tarde gris y hace infinito un verano; un libro que nunca se olvida, y al que se vuelve siempre. De ella se sale como de un parque de atracciones, aturdido y entusiasmado. No me agradeceréis nunca lo bastante el habérosla descubierto. Y, desde luego, uno de los estantes de privilegio de esta vuestra Biblioteca de Babel (que tiene sucursal en la de el Instituto todos los recreos), debe estar ocupado, sin duda, por esta proeza humana, tan grande como una catedral, que se llama Los Miserables.

1 comentario:

  1. ¡Leída! Y solo decir: Sin palabras. Simplemente increíble. Muchas gracias (:

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